26 may 2012

La trampa del pensamiento positivo


Todavía me duran las marcas del sarpullido que me produjo esa ola que infectó Facebook hace semanas. Me refiero a esos carteles con fotografías idílicas y frases más o menos desafortunadas fomentando el pensamiento positivo. No soy especialmente pesimista, pero frases como “Ser feliz es bastante fácil: disfruta en cada momento con lo que haces, y da gracias siempre por estar vivo” me hacen desear de inmediato una muerte lenta y dolorosa. Quién sabe si la mía o la del autor.
Y lo mismo debió sentir Barbara Ehrenreich, autora del ensayo que acabo de leer: “Sonríe o muere”. Descubrí este libro en el blog de Rodrigo Pinto: “El diario del anti Funes”, blog que recomiendo a todos los lectores compulsivos. Este libro empezó aburriéndome, las historias personales cada día me interesan menos. Pero la autora pronto cambia el registro y comienza una rigurosa disección de eso que nos han vendido como “pensamiento positivo”. 
Cuenta cómo en sus orígenes, allá por el siglo XIX, nació como una reacción al tenebroso calvinismo que los colonos se habían llevado hasta Nueva Inglaterra, en EEUU. Y así va avanzando por la historia, hasta llegar a los años 90 del pasado siglo, cuando las empresas, ya metidas de lleno en el capitalismo financiero y sus consecuentes “recortes de personal”, hacen de la motivación y del coaching una forma de vida obligada para sus empleados. La idea es sencilla, y el Washington Post la resumía así: “Las multinacionales están buscando formas innovadoras y baratas de subirles la moral a sus empleados, desmoralizados por los despidos masivos”. Y una de las formas más baratas es recurrir al abultado merchandising motivacional: despides a media plantilla y pones unos pósters de pensamiento positivo en la oficina para contrarrestar. Parece increíble, pero les funciona.
Mientras leía este ensayo, pensaba en George Clooney. Bueno, no exactamente en él, sino en el papel que interpretó en la película “Up in the Air”, película que también recomiendo. En ella, Clooney es la estrella de una empresa de recursos humanos (bonito eufemismo) cuyo trabajo es recorrer todo EE.UU. despidiendo a gente de la forma más eficaz y positiva posible. Algo así como: “Hemos estado muy satisfechos con usted durante los últimos 20 años pero ahora la empresa ya no le necesita. Es una gran oportunidad y ante usted se abre una vida llena de posibilidades. Su futuro está en sus manos: puede empezar a quejarse o hacer por fin todo aquello que deseaba hacer, usted decide”.
Y así sigue Barbara Ehrenreich con su análisis, salpicado de muchas referencias y citas, y sin perder ni por un momento el sentido del humor. Una deliciosa catarsis para gente que cree que uno, afortunadamente, no es Dios. 
“(...) ese buscador que adopta la teología positiva se encuentra en un mundo en el que todo fluye. Vaya a donde vaya, recibe el mismo mensaje: puedes tener todo lo que ves en el centro comercial, y también la casa y el coche; basta con que creas que puedes. Pero siempre, en un susurro, le llega el mensaje ominoso de que, si no tienes lo que deseas, si te encuentras mal, desanimado, o derrotado, la culpa es solo tuya. La teología positiva ratifica y culmina un mundo sin belleza, sin trascendencia y sin piedad.”
Barbara Ehrenreich, Sonríe o muere.

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